“El jardín estaba invadido por el bambú que los propietarios habían plantado hacía años y que había crecido muchísimo. La terraza de piedra estaba totalmente degradada y en un estado lamentable”, cuenta el responsable del proyecto, Nicolas Keller, de la empresa Wild Paysages.
La reforma de la terraza, que ha rehecho completamente, se inspira en la cubierta de un barco. Como sorpresa, el proyecto incluye un elemento que hace las delicias de los más pequeños: un arenero. Antes de reconstruir la terraza también hubo que alisar el terreno. “Estaba ligeramente en pendiente”, cuenta el paisajista.
A los propietarios les encanta el mar y querían que la terraza recordara a la cubierta de un barco. Para reforzar esa sensación, ésta se ha elevado sobre el césped. El canto, de forma irregular, tiene forma de vela. Una franja de gravilla blanca refuerza el look marítimo. La gravilla se ha reciclado del antiguo jardín.
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La terraza es de Ipé: una madera muy resistente y duradera. “Con el paso del tiempo adquiere una cierta tonalidad gris. Es una madera viva que también cambia su color con el agua de lluvia”, aclara el paisajista.
Gracias a ser tan robusta es muy apropiada para su uso en suelos de exterior. “Cuando se usa la terraza para hacer barbacoas, la madera de Ipé es una buena elección, ya que ni las manchas ni la grasa penetran”.
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Para los propietarios, una pareja de jubilados, era muy importante que sus nietos disfrutaran de la terraza. El arenero integrado fue fundamental desde el principio. Es el elemento que más destaca del jardín, sobre todo por la genial idea de la tapa.
El arenero está integrado de tal forma en la terraza que, cerrado, apenas es perceptible. “Desde el principio tuvimos claro que no debía notarse”, cuenta el paisajista.